No puedo generalizar una situación pero voy a ser fuerte y clara porque solo estoy hablando de la mía y así fue. A veces creo que estar enferma es un síntoma de una situación corrompida en el ecosistema próximo de la persona en cuestión. Así, sin culpables y sin causas, solo porque sí. Algo está dañado y se manifiesta en el cuerpo de uno de sus integrantes, a veces los más sensibles.
Así que, estar enfermo, significa evidenciar algo que está mal. Eres el testigo y la evidencia viviente de tu sistema, por lo tanto y aunque sea a modo inconsciente, el primero sentimiento hacia ti es rechazo. Yo por mi parte no me sentí así. No tenía idea de esta teoría que hoy manifiesto, y durante tres años en cama llena de dolor no me vino a la cabeza nunca esta posibilidad.
Al contrario sentía y a veces sigo sintiendo que yo era culpable, que me había tronado, que no había cuidado a mi cuerpo como se debía y que como coche me había desvielado. Asumiendo las consecuencias no podía quejarme de algo que de algún modo había provocado y cada ida al hospital me causaba verguenza puesto que bajo esta premisa yo era el veneno de mi malestar.
Con una enfermedad tan rara como la fibromialgia que hasta algunos doctores no la reconocen (el último rechazo que recibí cuando dije que tuve fibromialgia fue hace dos días, es decir, pasa muy seguido), hasta el paciente mismo llega a confundirse, en este caso yo. ¿Será que es psicológico? ¿Me estoy volviendo loca? ¿Qué voy a hacer si dicen que no tiene cura? Y de paso te dicen que uno de los síntomas es insomnio, yo creo que con estas preguntas bastaba para que una persona sin fibromialgia no pudiera dormir.
Recuerdo que no fue importante la reacción de mi familia o de mi papá. No porque no les importara mi vida o no me quieran. Solo porque recuerdo que así fue. A diferencia de cuando mi hermana tuvo cáncer o mi mamá o incluso mi papá. Mi noticia era como para la última página del periódico familiar. Así siempre fue durante tres años. Así que ni de ayuda económica hablamos.
Empiezas a tener miedo, de por sí una persona íntegra y sana duda de sus decisiones en los negocios o en su vida, imagina una persona que comienza a tomar pastillas que te apendejan, escuchar opiniones contradictorias de cada doctor que visitas y no poder hablar con alguien del tema porque la fibromialgia no es un tema, es una idea en la cabeza de alguien que quiere llamar la atención o al menos así me sentía. Y como suelo ser alguien hambrienta de atención pues la descripción quedaba conmigo.
En ese entonces vivía sola, y por sola me refiero al edificio entero. Un edificio semi abandonado en Monraz. Feo por fuera pero chingón por adentro, mis amigos no me dejarán mentir, yo amaba mi departamento. Pero tenía miedo, como me desmayaba mucho no sabía que hacer, había veces que me despertaba en la regadera, el agua ya estaba fría y yo me había metido a bañar hacía varias horas. Lo bueno que a mí siempre me ha gustado bañarme sentada así que no me daba ni un golpe.
Es contrastante esta situación mientras en instagram estoy triunfando con un cuerpazo, melena envidiable e invitaciones a múltiples eventos donde me regalaban cosas. Pero algo de diversión tenía que tener en mi día ¿no? Mi misión era estar viva para la gente, porque eso me generaba trabajo y beneficios y en ese tiempo más que nunca los necesitaba.
Sólo las personas que se adentraron a mi cuarto y pudieron ver que la mitad de mi día la pasaba en cama meneándome y gimiendo por el dolor son las que ni siquiera tienen que leer esto porque lo vivieron conmigo. En compañía, aunque sea una persona, la vida siempre será más ligera.
Aún tenía cosas que me hacía vibrar y querer querer un mejor mañana. Esas era la radio, la tele y escribir para ustedes. Era como mi conexión con algo que valía la pena y por lo tanto minimizaba el dolor porque no lo minimizaba pero hacía que cosas más grandes hicieran que el dolor se viera un poco más chico.
Y ¿saben? Es bien cabron lo que puedes pensar o sentir cuando pasas tanto tiempo en cama y sola. Como esos domingos de vació que la cruda te consume y tienes ansiedad pero como un estado de ánimo que se vuelve el estilo de vida de tus horas. Te vuelves loco pensando tanto. Cuando eso pasa agradeces cualquier mensaje, un emoji de alguien, un “me acordé de ti”, agradeces cualquier cosa que te distraiga de ti.
Yo agradecía los pajaritos que se paraban en el alambre que se veía por la ventana. Algunos se acuerdan, siempre subía foto en instagram de los pajaritos. A veces eran cuatro, a veces dos, a veces dos pero se veían peleados me daba risa eso, parecía que la pajarita se la hacía de pedo al pajarito y el pajarito se acercaba como para hacer las pases y la pajarita se emputaba. ¿Que por qué sé que esa era la pajarita? Porque era la más bonita.
Para ese entonces las ganas de comer eran nulas, pesaba 56 y mi talla era small. En instagram me decían que qué cuerpower y que qué flaquita y que qué increíble se me ven esos pantalones. Yo me reía por dentro de pensar en lo diferente que se pueden ver las cosas de afuera y la verdad lo prefería porque no estaba lista para decir públicamente que me estaba cargando la chingada. ¿Quién me iba a contratar?
Un día una revista me habló para que cubriera un reportaje, Carlos (ahí no era mi novio, era mi pinche compa bien chingón que me encantaba ver), era el fotógrafo. Tenía unas ganas de gritarle que estaba enferma, que la estaba pasando mal, que tenía miedo de morirme, que tenía miedo que no comer fuera a ser un problema de anorexia sin querer serlo. Que me sentía sola, que necesitaba que alguien me cuidara. Pero me contuve, él estaba muy en modo: que chingón soy y qué chingón me la estoy pasando.
Salimos de las fotos y nos acompañamos al carro. Él me dijo “Lucía me está cargando la chingada perdí dos trabajos” yo le dije “estoy enferma”. Terminamos en mi casa tomando dos cervezas, platicamos de las grandes cosas que podíamos hacer juntos en Youtube, que tendríamos un canal cabronsísimo y no sé qué más. Me sentí mejor que cuando ligas, me sentí con un amigo de verdad, porque cuando ligas es parte de la conquista y debes verte casi perfecta porque estás en campaña, sin embargo, como no había química de por medio, pudimos decir lo que sentíamos y la tristeza que cargábamos y no necesariamente tuvimos que llorar porque no se nos antojaba y pude decirle a alguien el nudo que cargaba en la garganta. Él me dijo, si quieres yo puedo cuidarte. De verdad, avísame. Fue un alivio tener ese cupón. Me acuerdo que una vez que tenía ansiedad sabía que tenía un tranquilizante en mi mesa de noche y no me lo tomaba pero me tranquilizaba saber que estaba ahí, algo así sentí cuando Carlos me dijo que podía hablarle para que me cuidara.
Cuando ya estuve muy flaca tuve una intervención de una de las personas que más admiro, quiero y me han ayudado, mi prima Olga. Me habló y me dijo “sentí que estabas mal que tenía que hablarte” le dije “me está cargando al verga” (perdón mi francés pero eso le dije) y me dice “Ven conmigo, los caballos curan”.
Hay momentos en la vida, cruciales, cuando la persona que te creó te manda un camino nuevo, una posibilidad, una oportunidad para empezar a drenar lo que tiene que irse antes de empezar a sanar. No voy a olvidar nunca mis cabalgatas con mi prima, las cosas que nos dijimos, lo mucho que apreciaba su paciencia y lo mucho que me gustaba quedarme a cantarle a los caballos enfermos cuando terminaba de montar. Fue así como me animé a ir a una clase de equinoterapia.
Hace relativamente poco cuando estaba comiendo mariscos con unos primos y estaba ahí uno de los encargados de impartir la equinoterapia una amiga le preguntó que cuál había sido su equinoterapia más difícil de entre el grupo que estábamos comiendo. Él es muy reservado, serio y prudente y pensé que no iba a contestar y luego le insistí y me apuntó con el dedo y me dice tú.
Sí, a veces me encantan este tipo de cosas donde aunque sea algo malo, yo soy a la que señalan porque sí, mucho tiempo estuve carente de atención y estas cosas me gustan pero ese no es el punto, el punto es que ese día yo me reí y quise hacerme la cool, pero la verdad es que algo muy fuerte, muy grave, muy denso, muy enterrado, muy doloroso y muy triste me estaba pasando y se había manifestado en la equinoterapia y al ver que a alguien le había asombrado sobremanera me había hecho pensar que necesitaba tomar las cosas más en serio.
A veces así somos, sabemos que hay cosas graves dentro de nosotros, temas que deben ser atendidos, pero la rutina se vuelve el mejor distractor para que los meses se conviertan en años. Es muy práctico no pensar tanto y no darle seguimiento a algo que duele por no desenterrar un tema que pudiera salirse de las manos. Tenemos miedo de tomar en nuestras manos nuestro dolor porque eso implica hacernos cargo de él.
Y la sanación viene justamente cuando decides tomarlo en las manos. Y no quiero decir esto para que luego todos los familiares de los enfermos empiecen a exigirle a los enfermos a que agarren el toro por los cuernos porque la cosa no es así, de hecho, la causa de mi dolor no había sido originaria por mí así que de entrada repito, antes de apuntar al enfermo como epicentro del problema y por tanto de la solución, tal vez deberíamos analizar su ecosistema.
La equinoterapia despertó algo único en mí y no quiero ni decir para qué sirve o mencionar sus beneficios porque creo que la equinoterapia no se debe convencer, se debe vivir. Soy celosa recomendando la equinoterapia porque si no eres una persona decidida a tomar tu dolor de frente y dejar de hacerte pendejo, estarías perdiendo el valioso tiempo del caballo, tuyo y de los terapeutas. Quien quiera información puede leer en google sobre ello.
También llevé filas de psicólogos e incluso un psiquiatra porque dicen que la fibro duele tanto que le da depresión a la mayoría de sus pacientes. Ahí me tiene escuchando versiones diferentes también de todo. Sé que todos tenían buenas intenciones pero unos me escarbaron un tema cuando yo estaba débil por no comer y. por la noticia, otros dijeron que no podían conmigo y otros me medicaban a lo pendejo. No menciono el nombre de nadie porque nadie tenía malas intenciones. Solo quiero aconsejar que cuando estés muy débil, apóyate en alguien en quien confíes para visitar esos lugares porque muchas veces estás tan triste y tan cansado que cualquier cosa que te ofrecen lo haces, si me hubieran dicho que la caca de vaca curaba me la hubiera servido en tacos.
Mientras tanto recibía mensajes como “hace mucho no te veo desaparecida” “como ya eres blogger te valemos madre” “te invito a mi cumple pero sé que no vas a ir” y cosas así.
Falté a muchos eventos importantes de gente que quiero. Con vestido y cita del salón, boletos de avión pagados para despedidas, empecé a ausentarme y cuando estaba y me veían apagada, sentía que de algún modo la gente te exige esa alegría no porque quieran que los hagas reír, sino porque creen que hacen bien en obligarte a ser feliz como método para aliviarte.
Te desesperas. Te quieres morir, te sientes incomprendida en un laberinto sin salida porque los que te dicen que no se cura ya están resignados contigo y los que te decían que en una clase de cuarzos te curaban o con imanes salías caminando de nuevo, tampoco eran tan mágicos como decían. Ojo, no estoy diciendo que no sirve, estoy afirmando que nada fue instantáneo para mí, creo que la sanación es un proceso y no un martes a las cuatro de la tarde saliendo de una clase de “conéctate con tu ángel” o un padre que te impone las manos y te dice que te vas a aliviar, porque en mi vulnerabilidad también caí en eso y no me alivié porque ellos me impusieron las manos ese día. Ojo, no digo que no sirve, pero sí digo que es súper grave que en una sesión se rían y digan “hay no mames te lo quito en dos minutos ven, respira hondo y cierra los ojos”. Me iban a curar ese día en esa cita tres personas diferentes, no los nombro porque no creo que lo hicieron con mala intención, pero ellos sí me rompieron el corazón o más bien dejé que se me rompiera por lo que me afirmaron.
¿Entonces cómo chingados te curas? Es delicada esta pregunta porque no quiero ser como esos tres personajes que me dijeron que me iban a curar y solo me decepcioné más. Pero voy a contarles cómo fue que hoy me siento mejor, que al margen no se me ha quitado el dolor pero ya es un 25% de un 400% de dolor.
Lo primero es identificar qué hay dentro de ti que no se siente bien. Es decir, independientemente de tu enfermedad, qué cosas no son chidas para ti, no se sienten en paz, no se siente lindo, personas, tratos, situaciones, relaciones, posición de los objetos de tu casa, reglas del juego familiares, es decir, todo aquello que, no vamos a juzgar, pero a ti no te hace bien. Todo eso tiene que irse. Al menos en mi caso, no creo que haya podido sanar con tanta cosa de ese tipo a mi alrededor.
No quiero culpar ni a mi familia, ni a cierto tipo de amigos o relaciones o circunstancias laborales o que la vida fuera injusta conmigo. No se trata de culpas, al final de cuentas se trata de encontrar una solución.
Por ejemplo, para mí era y sigue siendo tóxico querer tener la razón. Es algo así como subirte a un tren donde no importa tu felicidad, lo que importa es que estés en lo cierto y que le hagas ver a la otra persona que está mal y tú bien. Es cansadísimo, me quitaba las pocas energías que me quedaban, aún me gusta subirme a ese tren aunque me hace daño, es porque no he aprendido a soltar ese sistema y algo gratificante me dará querer tener la razón pero desde una perspectiva de salud, es algo muy inútil querer tener la razón.
Incluso a veces queremos tener la razón con nosotros mismos es chistoso por ejemplo, yo buscaba mil y un razones por las que no merecía estar enferma entonces quería decirle a la vida que era una pendeja y que yo tenía la razón y que debía estar sana porque soy más chida que muchas personas que andan por ahí. Y al final de cuentas la vida soy yo y es una pérdida de tiempo. O por ejemplo, un ejemplo que no es cierto pero por así decir, le pides a tu novio que te vaya a comprar la pastilla para la cabeza y a tu novio se le olvida y llega a casa, entonces, a ti te da un dolorón muy fuerte de cabeza para hacer el statement de “¿Ves? Tenías que haber recordado traer mis pastillas, esto es tu culpa, sufre al verme. Este es un caso de “quiero tener la razón” que se vive en el inconsciente porque al final de cuentas sí termina doliéndote la cabeza. Es súper misteriosa la mente.
En fin, nombro ese hábito que tenía como uno de los hábitos que más corajes y guerras innecesarias me han causado. No que lo haya vencido pero sí elijo mis batallas, antes eran todas y a todas horas, era un trabajo muy cansado, sin buena paga y sin vacaciones.
Otro ejemplo es esconderte para no evidenciar ciertas situaciones en casa. Es decir, soy bien buena y voy a subir una foto con mi papá abrazados porque al final de cuentas mi papá es bueno y no voy a hablar de mi dolor con mi familia ni les voy a exigir nada y voy a fingir que está bien que no me apoyen porque no es su obligación y que al cabo que tengo muchos amigos. Soy muy así, para mí la familia es a quien debes de defender a toda costa y cuidar de los demás. Pero ¿qué pasa si tu situación familiar no es un ambiente favorable para ti? Ojo, no estoy diciendo que mi familia sea mala, pero probablemente todos necesitamos un respiro de ella aunque seamos ella, es raro. Es por eso que el otro día subí la frase “Nadie se sana donde se enfermó”. Ya profundizaré este tema en su momento pero gran parte y el epicentro de mi enfermedad es la familia. De hecho, en el diccionario de las enfermedades de un doctor que no recuerdo ahora su nombre, la fibromialgia eso significa: Es la enfermedad de los secretos familiares. Algo así explica no sé si textualmente lo dije bien.
Pareciera mal agradecido querer alejarme de ellos o afirmar que ellos me enfermaron. Pero tampoco voy a hacerme pendeja y decir que todo está bien. Pero como digo, ese es un tema que manejaré en otra ocasión, lo saco a colación porque creo que es importante tomar en cuenta si tu familia es un ecosistema sano para sanar.
Otro punto fue la medicina. La medicina calma los dolores pero no cura la fibromialgia. Además, calma un dolor pero a veces las secuelas son peores. Hace no mucho un doctor bien buena onda me recetó unas medicinas para el dolor de cabeza porque ya no podía más, duré un año sin saber qué era que no me doliera la cabeza, simplemente no lo sabía, de hecho creo que aún me duele pero ya estoy acostumbrada y es tan poco que vivo con ello. Pero no me doy por vencida a poder llegar a no sentir nada. El caso es que entre los síntomas secundarios de las pastillas decía: dolor de cabeza. ¿Qué tan estúpido es eso?
Así que, siempre busquen segundas opiniones antes de tomarse todas las pastillas y lean bien porque los efectos secundarios son muy caros. Hace poco fui a cambiarme los lentes y el oculista me preguntó si me drogaba. Al platicarle mi situación me dijo que tenía todavía muy inflamados los ojos. En otra ocasión fui al hospital, ya de las últimas veces antes de sentirme mejor, y las enfermeras duraron más de media hora queriendo encontrarme una vena porque las tenía muy delgaditas de tantas pastillas. Y en otra ocasión una doctora me dijo que había detectado en mi organismo grandes cantidades de plástico y que por favor no usara el microondas con plástico sino con vidrio. Ya estaba a punto de comprarme tuppers nuevos cuando recapacité que el plástico del que ella hablaba probablemente sea el de tantas cápsulas que me metía al día.
Por lo que me atrevo a afirmar que estoy más del lado alternativo. Gotitas, imanes, meditación, masajes, aceites esenciales, té, jengibre, cúrcuma, agua, dormir bien, escuchar terapia de sonidos o tomar proteínas abajo de la lengua. Prefiero eso a cualquier inyección de ketorolaco aunque sé que son efectivas. Las usaba ya como último recurso, cuando ya me había dado un baño caliente, ya me habían puesto el calcetín de arroz calientito o dado masajes con aceites, era como mi último recurso cuando ya estaba amaneciendo y el pobre de Carlos tampoco había dormido nada o cuando tenía una cita de trabajo y tenía que estar al cien. Nunca he probado la cocaína pero me imagino que era así mi ketorolaco inyectado de 60ml.
Aprendí a inyectarme con ustedes por cierto, en twitter puse que quién sabía inyectar y que si porfis me podían esperar a que me inyectara porque tenía miedo. Ahora siento que tengo mano de enfermera. Cuando necesiten aquí estoy.
Una seguidora también me escribió un día y me dijo “¿Quiéres que te haga reiki?” Cerré mis ojos, puse música, y dejé que su reiki viajara hasta mi cuarto, me sirvió más eso que estarme empastillando.
Al final de un proceso así cuando poco a poco vas viendo la luz, también es un proceso difícil porque reincorporarte a la sociedad cuesta trabajo, la gente en vez de decirte que le da gusto verte te reclaman las veces que no fuiste, es nefasto. Es raro porque sientes que no estás hablando el mismo idioma, que les duele que las hayas abandonado cuando Dios santo estabas en cama. De igual modo no menciono nombres porque esos no solo sé que al igual que muchos doctores tenían buenos intenciones, sino que además son sagrados. Solo diré que caga la madre de manera general la poca empatía que puede haber ante una enfermedad como la fibromialgia y me puedo figurar que muchas otras. Pero no puedes juzgar la ignorancia de las personas como maltrato hacia tu persona, pero sí, sí caga la madre bien cabrón.
¿Cómo creo que me estoy aliviando? Porque poco a poco empecé a dejar una a una las medicinas. Tuve el placer de encontrarme con una amiga que tuvo cáncer en el súper. Tenía el pelo cortito muy bonito por cierto, ella me dijo “Lucía, por favor, deja la lyrica, te apendeja”. Yo le tomé en cuenta su consejo pero seguía ejerciendo en mí el gran poder de los doctores. Pero sí le hice caso, poco a poco la fui dejando y empecé a llorar esas semanas me acuerdo. Dije “con razón no podía escribir, es que no estaba conectada conmigo”. La lyrica me ayudó, pero el precio era estar apendejada todo el día y pensar que estabas bien.
También tomaba un medicamento que es ¿adictivo se dice? Y pfff, dejarlo fue como salir de las drogas, me dio síndrome de abstinencia. Solo le dije a pocas personas para advertirlas de que necesitaba que me soportaran un rato. No hice tratos de negocios en ese tiempo y sudaba mucho, es desesperante pero sabía que era para mi bien, además, tomar eso y quedar embarazada es riesgoso así que vivía haciendo cosas de esposos con miedo. Era feo porque tipo ahorita si quedo embarazada me daría felicidad aunque no estamos planeando tener un hijo, pero antes me daba pavor de pensar que estaba haciendo todo mal y que ponía en riesgo una vida que todavía no nacía, era raro para mí este tema de la responsabilidad que implicaba tomar las pastillas.
También a mi persona, engordé veinte kilos y sí, es súper difícil. Me llegaron a regalar ropa para subirla en posts y era un bikini que no le queda ni a mi sobrina. No sabía qué hacer me daba pena decir la verdad. Luego mi ropa no me quedaba y pues además de no tener ingresos como antes por estar enferma, agrégale doctores, hospitales, medicinas y luego agrégale quererte ver bien para una pinche reunión y que digas “ah pues estos jeans con esta blusa” y te los midas y no te suben ni a las rodillas. Sí me afecta a la fecha mucho y prometí nunca hablar de eso para que no fuera un problema pero es algo que estoy trabajando y tampoco lo quiero ocultar porque tampoco me afecta tanto como para no mencionar lo evidente. Tengo que ser más lista y ver otras cosas que eso. Intento serlo porque no merezco no quererme como soy en este momento, sería como quererme con condiciones y creo que merezco más amor de mi parte que eso, estoy intentándolo.
En fin caon, es una mamada enfermarse pero a pesar de que parezca este escrito una catarsis y desahogo y miren que pobrecita y que mal la pasé, Creo que está demasiado largo y ensimismado en asuntos tan míos que muchos pueden aburrirse pronto y asumo ya dejaron de leer hasta este renglón. Los que siguen leyendo es por alguna razón y por esa razón escribo, además de usarlo de desahogo debo aceptar, creo que lo que importa de todas estas letras es que hay salida y que puedes salir menos raspado si escuchas otras historias y tal vez adoptes alguna idea que solté en el camino.
Ya ni sé que dije, estaba queriendo dormir y no podía y escribí hasta llegar aquí, son las… madres, son las cuatro de la mañana y bueno, lo voy a subir así como quedó, nomás le pongo una foto perrona. Ya por último digo que aliviarse implica cambiar tus creencias, darle prioridad a lo que sí tiene prioridad y MANDAR AL CARAJO MUCHAS COSAS.
Nos da miedo soltar pero es mega sano. Deja ir lo que tengas que dejar ir… la vida es soltar.
Los amo, me encantó este escrito, es como una foto sin filtros, extrañaba escribir así. Adiós.
1 comentario
#QueridaLucia tu escrito me ha identificado de tal manera que siento que tengo tanto que trabajar en mi misma, yo soy una de esas personas que también tienen una enfermedad rara que a pesar que estoy bien en realidad no estoy nada bien, aparento estar bien para los demás y es muy agotador. Gracias por abrir tu corazón y tu mente, quienes te leemos nos hace mucho bien saber que podemos estar mejor como tú!