Casi nadie se libra de salir jodido en un intento por encontrar el amor. O varios. A veces salir jodido ya se vuelve un estilo de vida y llega el punto en el que cuando ves a alguien con el potencial para ser tu pareja ya estás sufriendo porque sabes que las cosas saldrán mal y antes de que salgas herido ya te estás preguntando ¿Por qué otra vez a mí?
Partamos de la premisa que si eres monógamo y sólo estas buscando a una persona, es algo así como estar comprando boletos de lotería hasta ganar. Así que, no hay que ser tan duros con nosotros y entendamos que estamos a prueba y error con cada persona con la que salimos. Y que matemáticamente es más probable que no sea esa persona la “the one” a que lo sea. Así que, si vas en búsqueda del amor tendrás que vivir con la idea de que hay muchos intentos.
A diferencia de la lotería, que se rige por el azar haciendo haciendo a cualquier número candidato, en el mundo del amor (como en el de las redes sociales) existe algo llamado filtros, que nos harán sacarnos la lotería más pronto.
Para adelantarme a la información, voy a escribir suponiendo que eres una persona sana que ya trató sus heridas del pasado en terapia o en donde fue necesario para ser alguien que se ama y que sabe que merece amor. Y sobre esa suposición seguiré escribiendo. Si crees que te hace falta trabajar esta área un poco más (no te digo que perfecta pero sí mejor) entonces este escrito no es que no sea para ti, pero es un paso después de esto ¿vale? OK continuemos.
Siendo alguien que sabe su valor y se cuida y se trata como le gustaría que lo trataran y pone límites, el siguiente paso es hacer filtros. Porque a diferencia de la lotería que es cualquier número random, aquí sí podemos plantearnos la idea de ¿A quién busco? Y mejor aún ¡yo decido quién gana!
No te digo que especifiques el color de su pelo o el tono de su voz o su estatura o sus gustos musicales. Me refiero a los cimientos con los que podrías involucrarte a una relación y avanzar en la vida en equipo. Como cuando estábamos en primaria y la maestra decía “para esta tarea hagan equipos de dos” igual en la vida. ¿Qué necesitas de tu pareja para que sea tu equipo? Te adelanto la respuesta: Si quieres sentirte amado necesitas a alguien que se ame. POOM, ya con eso eliminamos a un gran porcentaje de personas y nos acercamos al boleto ganador.
El problema radica en que en el camino nos obsesionamos con su pelo, con el tono de su voz, con su manera de tocarnos o tener relaciones y ya estamos enculados y de ahí pocos salen de pie. Y sin notarlo nos convertimos en la “amiga date cuenta” de nuestro círculo cercano.
Si quieres una relación bonita empieza por alguien que se trate bonito. No hay otro camino. Y una vez encontrando a alguien que se ama, que se trata bien, que se escucha, que tiene bonitos hábitos, la segunda característica para que una relación funcione es: que quiera compartirse, que no sea egoísta. Porque ¿Cómo vamos. a conocer a alguien o dejarnos conocer por alguien a quien sólo le interesa su persona? Conozco a mucha gente que se ama y que incluso se idolatran y se priorizan siempre y admiro eso de ellas, pero tristemente he descubierto que alguien que se trata bien no siempre sabe amar.
Este ejemplo me recuerda mucho a los hermanos mayores (no todos los casos) pero generalmente, los hermanos mayores, como recibieron toda la atención y cuidado y eran el único hijo, son personas que les cuesta más trabajo compartir o creer que no todo gira al rededor de ellos. Como dicen por ahí “no ven más allá de sus narices” son una máquina de saciar sus necesidades y a veces no abren su panorama a que hay un mundo allá afuera. Ese ejemplo puedo tomar para referirme a alguien que se ama pero no cumple el requisito número dos que es: que sepa compartir. Que tenga empatía, que sepa que existe un “otro” que también tiene sentimientos.
Tal vez digo mucho rollo antes de llegar al núcleo pero quiero asegurarme de que vayamos entendiendo punto por punto espero me tengan paciencia. Entonces para no salir heridos en el amor el primer filtro es que solo hay que relacionarnos con alguien que 1) se ama y 2) sabe amar. Esto también aplica para amistades.
Esto en una primera cita a veces es difícil de notar y si no te resulta difícil y luego luego ves que no sabe compartir, huye de ahí. Tu tiempo es muy valioso. Si no lo notaste de primera quiere decir que no es tan grave la situación y que puedes tener una segunda cita para conocer estos puntos mejor.
Hay algo que por desesperados siempre cancelamos y es el tiempo en el que se están conociendo y no hay ni un beso de por medio y de hacer cosas de esposos ni hablamos. Ese primer acercamiento donde nadie se ha enseñado sus cartas o mostrado vulnerable y donde sólo importa reír y conocerse. Esta etapa es sumamente valiosa si no quieres salir herido así que contente un poco y dedícate a observar más que a conquistar. Es que creo que en este período nos dejamos deslumbrar por su cara bonita y se nos olvida que está diciendo que practica la poligamia, que le puso el cuerno a todas sus exnovias o que no tiene ganas de una relación formal.
Tiramos todas sus afirmaciones a la basura porque “¡Mira cómo se ríe!” Y ahí es donde empezamos a descuidarnos.
Reitero, esta etapa de pláticas y risas es súper valiosa porque sacas mucha información que cura. O más bien, información que hace que no salgas herido o herida. ¿Cómo es eso? Muy fácil, no hay nada más natural que decir tu estatus en la primera cita muy casual, cosas como “la neta sí estoy buscando una relación para formar una familia porque en mis sueños está bla, bla, bla…” mientras el otro te escucha. OK, aquí unos dirán que es muy pronto pero a mí se me hace que son afirmaciones naturales de lo que quieres en la vida, tampoco se me hace mal preguntarlo puesto que como prácticamente ni se conocen, no sufrirías con la respuesta así que él puede decir lo que le venga en gana. Así ambos sabrán lo que quiere el otro,
En cambio, cuando ya hubo una relación, contacto físico, hicieron cosas de esposos, ahí sí está bien forzado el “¿y qué onda buscas una novia o qué?” Que tampoco lo veo descabellado si es lo que deseas saber, pero mi punto es que, es más sano preguntarle a tu date ¿Qué chingados quieres de tu vida? Con unas chelas casuales a preguntárselo después de tener relaciones. ¡Ja! Imagínense, encueradillos y tú con el alma hecha nudo por sentir tan bonito pero no saber si es para largo plazo o sólo fue ese momento y tener que sacar algo así como “Qué aburrido ¿y si nos hacemos novios?”
Duele más que te digan “no estoy buscando una pareja estable” después de haber sabido lo que ofreces como pareja (no hablo sólo de sexo sino de lo que tú eres y representas) a que te digan “no estoy buscando una pareja estable” y no te conocen. ¿Cómo te sentirías peor? Lo primero lo tomas a personal, lo segundo te es más indiferente. ¿Sí o no?
Entonces después del 1) que se ame y 2) que sepa amar, existe el tema 3) que es el estatus en el que se encuentra la mercancía, ¡ja! No es mercancía pero me dio risa decir. “Vengo de una ruptura y estoy recuperándome, no creo en la monogamia, no me gusta ser el típico novio formal, quiero conocer el mundo sin nadie que me reclame a qué hora llegué, necesito a alguien que no se ofenda si priorizo mi trabajo, no estoy buscando novia sino un free, no pienso casarme nunca, no quiero tener hijos…”. Todos esos status pueden hablarse antes con más confianza que después de intimar. Al menos a mí me daría pena decir “no estoy buscando nada formal” después de ir a comer con los papás de alguien con quien estaba saliendo o subir una foto a instagram o algo que haga referencia a que podríamos ser una pareja.
Hay un reto en este descubrimiento de estatus y es que cuando este tema de decir lo que quiero es prudente (aunque siempre es prudente decir lo que quieres) no lo hacemos por vergüenza a preguntar o vernos intensos. Nos acojonamos al pensar que si preguntamos “¿Quisieras tener una novia pronto?” Nos vemos urgidas. El término “urgida” me molesta. Yo sí estaba urgida por conocer el amor y qué, eso no me hace valer menos o creer que estoy incompleta o en oferta.
Bueno continuemos con lo importante. si eres alguien listo que sabe controlar sus impulsos y que tiene paciencia. El tiempo de pláticas y ¿por qué no? hasta debatir sobre un tema, salidas casuales en diferentes ambientes que te hagan observar mejor y de preferencia sin mucha intimidad que te haga sentir vulnerable o mucho alcohol de por medio que haga que las cosas sean menos reales, uff, te vas a sentir en completo control de la situación y podrás observar más objetivamente. ¿Me escucho mocha? Sí, como consejo de abuelita, pero no por eso es menos valioso.
Seamos sinceros, es real que nos sentimos vulnerables después de un contacto íntimo desde un beso, ya sé que es el 2020 pero para mí un beso no pierde importancia por vivir en un mundo moderno. No subestimaré los besos sólo porque seamos más libres hoy en día de darlos. Los besos son chingones y merecen su espacio y lugar y sobre todo la persona correcta. A menos que estés olvidando a alguien o borracho y sea un desconocido y sea por mero placer. Ja, ahí todo se desfasa. Pero un beso a alguien a quien estás conociendo tiene un sentido muy profundo o al menos para mí y desde mi verdad escribo.
A veces siento que no tenemos permiso de decir lo que nos parece importante por parecer anticuados. Por ejemplo, con ustedes tuve que justificar la importancia de un beso. Pude sólo haber dicho que un beso es sumamente importante. Igual pasa cuando estamos en las pláticas casuales de los primeros acercamientos con un prospecto. Por más autoestima que tengamos muchas veces nos cuesta trabajo decir lo que realmente queremos y ahí perdemos al no comunicarnos o no preguntar. No sé por qué nos cuesta tanto eso. Por ejemplo, cuando un cliente te paga con efectivo, no cuentas el dinero porque crees que es una falta de respeto hacerlo porque implicaría que abres la posibilidad de que esa persona o no sabe contar bien y es distraída o peor aún, le estás diciendo ladrona al contar los billetes.
¿Qué tiene de malo contar tu dinero para saber que es el correcto? Yo en lo personal sí soy de las que les da pena contar el dinero pero con pena lo cuento. Importa más la información y mi paz mental que darle a la otra persona un ambiente donde se sienta respetada. Vamos, te respeto pero déjame cuento mi lana porque también respeto mi trabajo.
Igual pasa en las primeras citas y ya estoy repitiendo lo mismo veinte veces pero las creo necesarias hasta que te quede claro que a la hora de conocer a alguien, no tienes por qué tener pena de preguntar o de decir lo que quieres de la vida o lo que esperarías de una pareja.
Volveré a la metáfora: Muchas veces por pasar la pena de contar el dinero nos vamos a casa con el sobre amarillo y al darnos cuenta que faltaba dinero y ya no estás con la persona ¿Cómo comprobarlo? Te dirá que estaba completo o te dirá que se te cayó a ti o que es tu responsabilidad si dejaste el dinero a la vista del público, es decir, si te llevas el dinero a casa sin contarlo y es menos, es tu culpa.
Muchas otras veces – sigo con la metáfora – por tener tanta carencia de dinero, te da igual si te lo da incompleto, de todas formas lo necesitabas. Y eso también es una forma de salir herido de ahí, porque al final de cuentas estás trabajando de más por menos y terminarás agotado. Para la otra persona le vendrá bien ese tipo de chamba barata, porque así gasta menos y el perjudicado serás tú no él.
Pasemos al siguiente tema que creo que ya dejé claro que hay que comunicarnos y aprovechar al máximo los primeros acercamientos para conocer el status del prospecto y ser sinceros con nosotros mismos y saber si es lo que queremos o lo que nos hará felices. Si tiene cara bonita pero no quiere una pareja estable y tú quieres estabilidad… despídete de la cara bonita a menos que quieras pagar un precio muy alto por esos ojos verdes y si es así, no te quejes después.
El siguiente punto es la reciprocidad. Estamos tan preocupados por ser lo suficientemente delgadas o modernas o alegres o simpáticas o buena compañía que se nos olvida la primicia por la que nos reunimos a esa primera cita: para ser amadas.
El error comienza cuando las personas que somos generosas y que encontramos placer en dar – que es algo hermoso y el fin último de la felicidad máxima y la utopía humana en su máxima expresión – corremos una y otra vez el riesgo de dar demasiado en poco tiempo y esperar que la otra persona tenga nuestra misma filosofía y se entregue tan incondicionalmente como lo hicimos. Aquí los “givers” una y otra vez salimos defraudados.
Y es que estamos en ese acertijo sin salida entre el “es que soy una persona muy entregada y la vida es una y dosificar es de cobardes” y el “pinche guey se la mamó, después de todo lo que hice por él”. La pregunta es simple ¿Cómo no dejar de ser “giver” sin salir herido?
Listo, estamos acercándonos al punto y más vale que lo haga que ya han leído mucho, pero era necesaria la introducción. Este escrito es para personas – ya lo dije – que se aman y que tienen salud mental en la medida de lo posible. Pero también está dirigido sobre todo para los “givers”. A los egoístas no les dedico nada, ellos sabrán salir siempre parados de cada situación. El problema es para los que somos corazón de pollo, una ternura con patas, es decir, los pinches amos del compartir y ver por el otro. Somos los reyes de la empatía y del querer que todo el mundo esté bien.
OK, a las personas como nosotros nos urge estar muy capacitados y con los ojos abiertos para que a la hora de amar podamos hacerlo de una forma sana y sin salir lastimados. Y sobre todo, sin dejar de ser nosotros mismos, porque lo reconozco, me da mucha hueva tenerme que contener mis impulsos de compartirme cuando soy tan así, tan libro abierto, tan regaladora, tan conectada con las necesidades de la gente. Ya sé, me estoy describiendo como Santa Teresa de Calcuta pero es que no les puedo mentir, así soy. Y así somos muchos y así creo que te sientes tú. La cosa está en cuándo y con quién serlo.
Primero quiero admitir que hay una línea delgada entre las personas generosas y las que dan porque quieren ser reconocidas o vistas. Yo mucho tiempo de mi vida fui generosa en su gran mayoría para obtener el amor de los demás. Me sentía sola y a través de hacer actos aparentemente desinteresados fue que muchas personas decían “Es que Lucía es súper buena amiga” “Lucía siempre está ahí para mí” ¡Imagínense que terror tener que estar al servicio de los demás todo el tiempo sólo para que me dieran una palmadita! Es un precio muy alto.
Me voy a enfocar más bien en las personas que son generosas porque genuinamente encuentran felicidad en dar. Que les voy a ser sincera, si son así, den su vida en un asilo de ancianos o un hospital de niños o tengan un hijo, porque en cuestión pareja, la cosa tiene que ser como su nombre lo dice: pareja. Y para que exista una relación de pareja sana, necesita ser recíproca. Punto final, se acabó la discusión. Así que si eres “giver” o te encuentras a alguien igual o aceptas que tu pareja no será pareja y no te quejes porque en la lotería del amor tú escoges al ganador. Bueno, yo creo que lo primero está mejor y tú mereces lo mejor.
A lo que me refiero es que las relaciones de pareja no son altruistas. Te doy y recibo para volver a dar. Es un ciclo sano, balanceado y equilibrado. Y aquí los “givers” vamos a tener que ser muy listos porque unos ya estamos donándole el riñón cuando no sabemos si la cosa es recíproca. Dona tu riñón a tu hijo, a tu hermana… no a alguien que acabas de conocer.
Y seamos sinceros, cuando le donamos el riñón a un hijo – continúo con la metáfora – no esperamos otra cosa a cambio que la de que este prolongue su vida. Pero, siendo sumamente honesta, si le donas un riñón a tu pareja sí esperas mucho a cambio. Esperas que quiera verte todos los días, esperas que no falte a ninguno de tus eventos importantes, esperas que casi casi que sea tuyo y no mi ciela, nadie posee a nadie.
¿A qué voy con todo esto? A que los “givers” cuando hablamos de factor relaciones de pareja, somos hipócritas muchas veces porque navegamos con bandera de “te doy esto porque soy un desprendido generoso con aires de santidad” y al final queremos cobrarles la factura.
Ahí es cuando salimos heridos. Listo, eso quería decir y por eso dije tanto rollo. Y muchas veces estamos haciendo nuestra labor de darlo todo desde la cita uno y así nos defraudamos todavía más pronto. Queremos conseguirle trabajo, pasarle nuestros contactos, ayudarle a su mudanza porque nos parece romántico y nos justificamos con el hecho de “es que yo soy un desprendido” “ lo que le di son bienes materiales y van y vienen”. Ja, yo creo que solo estamos tratando de encontrarle sentido a quererle dar nuestra alma desde la primera hora después de conocerlo o conocerla.
Aquí te invito a dos cosas:
- A ser estúpida y brutalmente honesto contigo y cuestionar por qué quieres regalar todo lo que eres a alguien que todavía no conoces y esperar que la otra persona haga lo mismo o peor aún, creer que esa persona va a valorarlo o a merecerlo. ¿Por qué merece tu amor de pareja alguien que no conoces?
- A jamás manchar el nombre del amor diciendo cosas como “me ha ido muy mal en el amor” o “el amor no es para mí”. ¡NO MI CIELA! No te fue mal en el amor, en el amor a nadie nos va mal, lo que conociste no se le acerca al nombre amor y jamás te atrevas a pensar que no mereces amor sólo porque una y otra vez saliste lastimado. No te atrevas a creer nunca que no mereces el amor de pareja o te voy a dar unas pinches nalgadas. Ya me dio coraje nomás de pensar que lo piensas y eso que no sé ni quién seas.
Hacerte la víctima y decir “me ha ido mal en el amor” sólo habla de tu poca capacidad que tienes para hacerte responsable de los acercamientos tóxicos que tuviste con las demás personas esperando amor.
En fin la palabra que me inspiró a escribir todo esto y con lo que quiero que te quedes más que todo es: CONFIANZA. ¿Confianza en qué o en quién? NO AMES A ALGUIEN SI NO LE TIENES CONFIANZA.
La confianza es la primicia para iniciar una relación. La confianza es paz, es descansar en los brazos de alguien que sabes que te sostendrá y harás lo mismo cuando sea necesario. Al confiar en alguien sabes perfectamente que es muy poco probable que esa persona te haga daño o no te de el lugar que sabes que mereces. Confiar en alguien significa que el amor inició con la herramienta básica para florecer sin dolor. Confiar en alguien significa que sabes de lo que es capaz y lo que no es capaz de hacer nunca. Conoces su escala de valores y en ella cabe tu corazón porque en sus prioridades no está herirte. Alguien en quien confías es alguien a quien le puedes revelar tus sueños sabiendo que los va a tratar con el respeto que estos merecen y va a cuidar tus áreas de oportunidad en vez de burlarse de ellas.
Y la confianza se gana, y la confianza se cocina a fuego lento, y la confianza nace a base de acciones y no de palabras y la confianza no es ni será algo que nace de la nada, la confianza tiene bases sólidas, la confianza es el cimiento del amor.
Es por eso que mis queridos “givers” no les pido que dosifiquen su manera de amar y se retengan a todos los detalles con los que quieren llenar a la otra persona. Pero sí los invito – si es que quieren no sufrir – a que no sean “givers” hasta que confíen. Compartan su tiempo y sus risas y sus anécdotas, pero no su energía sagrada en toda potencia y no se conviertan en una máquina de favores que al final de cuentas recuerden que ustedes quieren ser su pareja no su “hada madrina”.
Y sean honestos y recuerden que necesitan la reciprocidad. Así que, si quieren una pareja encuentren a alguien con el que puedan ser parejos. Listo. Ese es el acertijo máximo resuelto, ponerlo en práctica será otra cosa y mérito suyo.
Estamos tan impacientes por conocer al amor y poder ejercer nuestro don de dar que les regalamos nuestro voto de confianza a cualquiera o nos sentimos seguros sólo porque dice “confía en mí” y no ha hecho ninguna acción que sustente su afirmación. Y es que ¿Sabes qué te deseo a ti que quieres encontrar el amor?
Deseo que llegue ese punto en tu relación nueva, que no te sea necesario que te diga “te amo” porque lo sabes, es más, que cuando te lo diga tú le contestes “lo sé”. Lo sepas porque una certeza de acciones te han hecho sentir su amor y cuando lo dice en palabras sólo te es bonito escucharlo pero ni siquiera te es tan necesario porque lo sientes en cada acción suya. Eso te deseo, te deseo que cuando llegue el momento en el que te digan “te amo” ya lo sabías.
¿Por qué? Porque te diste el tiempo de conocer, porque fuiste muy lista o listo en cuidar a quién le dabas tu confianza, porque fuiste cauteloso porque respetaste ese lado vulnerable que tienes, porque al saber lo mucho que vales dijiste que no a tiempo a muchas posibles relaciones que no iban a terminar en nada bueno y te iban a alejar del boleto ganador, porque supiste evitar a personas que no estuvieron a la altura de lo que requieres. Porque aunque te guste mucho ayudar a los demás, entendiste que no eres el salvavidas de nadie y buscaste a alguien que ya hubiera sanado al menos casi del todo. Porque no tuviste miedo de decir lo que necesitas y como te gusta ser amado o amada. Porque acurrucaste al amor en la comodidad de la confianza. Porque encontraste en las acciones de alguien la certeza de que eres amado y viceversa. Porque te consta, porque tus filtros funcionaron, porque no estás para cualquiera, sino para quien ve en ti ese milagro que eres. Porque decidiste que quien ganara la lotería sería aquella persona que no es perfecta pero sí quiere ser lo mejor que pueda para ti. Porque supiste esperar por ello, porque tú construiste el amor junto con esa persona, y más que encontrarlo, lo quisieron hacer.