Porque a veces te cansas de ser tú pero eso no quiere decir que no te prefieras.
Por Lucía Orozco – @lucialadeflor
Esta va para los que se sienten algo derrotados. No sé qué pensará la gente de mi vida porque me tardaría una vida en averiguarlo pero tal vez cuando ves a una persona que aparentemente se desliza como si fuera un pedacito de mantequilla derritiéndose en el sartén, pensamos que la situación de otros es más fácil que la nuestra, me ha pasado.
Una vez me quejé diciendo que todas mis amigas tenían una de esas cosas que en el aeropuerto te hacen caminar más rápido como escaleras eléctricas pero planas. Y que yo me sentía caminando en arena y que tenía que ir a la par de ellas si quería ir a su despedida de soltera o si cualquier cosa.
¿Por qué a mí? Y todas esas preguntas cuando ves a alguien patinar en hielo como princesa y yo en la bardita llorando por estar viva. Porque sí, a final de cuentas el berrinche que hacemos es porque no queremos lo que tenemos y lo que somos por lo tanto estamos enojados por estar vivos. No lo habías pensado así ¿Verdad? Yo tampoco.
Por eso me gusta platicar con Criss mi prima cuando pasa eso. Ella y yo siempre que hablamos de una o de la otra podemos ver más allá del horizonte como H-man. Es decir, tratamos el problema y buscamos cómo volver a patinar. Eso de quedarte lamentando por el ex de 1956 o porque en el verano del ´77 no fuiste a Europa como todas, ya es muy 2017.
Pensar en un problema sólo es útil si le agregamos un camino de soluciones, júntate con personas que al hablar de tu problema se muestren tantas opciones que hasta pueda darte risa por tener problemas tan pequeños. Por ejemplo, con mi prima, un día empezamos a quejarnos por estar solteras, por tener que hacer todo solas y sin besito de buenas noches. Luego nos dio risa que empezamos a hablar de todos los beneficios, que no dependemos de nadie, que tenemos una visión del mundo amplia por haber pasado más tiempo solas, que esto, que el otro… más bien en vez de comparar empezamos a ver lo que teníamos. Y Criss dijo:
- Lucía, somos perros de calle.
Los perros de calle son personas que podrían tener su comida lista en casa; cepilladitos y acariciados por su amo en techo seguro. Y teniendo esto deciden dejarlo todo para ir a explorar el mundo, mugrosos y sin saber qué van a comer ese día. Y con esa metáfora siempre que nos quejábamos de algo una a la otra nos decíamos «Bueno, puedes ser perro de casa y ya» y luego decíamos «¡No! Prefiero mi problema pero no me mandes a casa». Y nos reíamos.
Y les he platicado esa anécdota a mis amigas y cuando se quejan de algo les digo «Pero quieres ser perro de calle ¿No?» Y con eso se acaba la queja.
Y es que a pesar de que pasemos más fríos o menos días tranquilos, al final cada quién toma su decisión, ser perro de calle o de casa no es más o menos valioso uno que otro. Son decisiones. El perro de casa seguro sentirá algo de deseo cuando le platiquemos que nos metimos a un basurero y luego descubrimos un laberinto que nos llevó a un restaurante italiano y comimos las sobras… pero el perro de calle envidiará lo blanco y reluciente de sus pelos cepillados con cerdas finas. Y al final lo único que queda es: las quejas existen porque existe la comparación pero si tanto te andas comparando envidiando lo que tiene el otro ve y conviértete en esa persona pero no te enojes que después no tengas lo que tienes por ser alguien que vive más cómodo.
Además la comodidad también tiene sus problemas, todo tiene un paquete de cosas buenas y malas y eso lo defines tú: ¿Qué es bueno o qué es malo para ti? Hay gente que jamás querría ser perro de la calle y eso no las hace menos valientes. Tal vez ser perro de casa le permite de manera más eficiente realizar su misión de vida o viceversa con los perros de calle.
Y tras todo esto te pregunto ¿Realmente te sientes derrotado y que no estás donde deseas? O más bien es que estás un poco cansado por pagar el precio de lo que sí quieres y estás usando el inevitable e inservible método de quejarte y compararte. Somos humanos es una viable forma de pensar así cuando nos sentimos mal, pero porque las cosas sean viables no quiere decir que nos hagan bien.
Así que detrás de todo esto sólo encuentro risas y diversión. Saber que tu camino difícil o fácil es tuyo, es un honor recorrerlo. No comprometas lo que eres por tener algo más fácil, cambia de rumbo pero no por el grado de dificultad sino por la satisfacción de saber que es a donde tu almita quiere ir.