Me preguntaron ¿Y cómo fue que te enamoraste de la vida? Es cierto, pensé, me la paso diciendo que estoy enamorada de la vida pero no les he contado cómo fue mi historia de amor…
Diría que todo comienza con una frase que conocen: Nadie sabe lo que tiene hasta que lo pierde… Pues bueno, perdí la vida. No se necesita que el cuerpo se separe del alma para sentirnos muertos.
Hace algunos años me fui en caída libre metafóricamente como si mi actitud se tirara de la punta de un edificio y melancólicamente me llené de indiferencia. Perdí esa pasión que desde niño se le tiene al mundo en general y se acabaron mis chistes para alivio de algunos.
Era un ente y ese ha sido hasta ahora el momento más difícil que su escritora favorita ha experimentado. Circunstancias me hacían desprenderme más de la vida y quise culpar hasta a Benito Juárez por mis desgracias, pero ya había muerto…
Y ahí en ese escenario más que dejar de amar la vida descubrí que estaba furiosa con ella. Es algo así como “No es que no quiera vivir es que quiero tener un motivo”.
Lo que siguió – como buena noticia – fue que casualmente mi dolor me llevó a los túneles más profundos de la sensibilidad, al laberinto donde se encuentran muchas respuestas. Y ahora entiendo mi proyecto actual: compartir mis letras a quien quiera conectarse con este tipo de “confetis literarios”.
Comenzando con mi misión, aquí les reparto mis tres claves con las que pude re-enamorarme de la vida no sin antes aclararles que al final de cuentas un duro golpe y acomodo de las capas tectónicas no fue más que el inicio de mi romance, ese que tiene que sentirse día con día. Entendí que tanto a la vida como a las personas hay que tomarlas completas y no a pedacitos. En lo próspero, en lo adverso y esas cosas a las que dices ¡ACEPTO!
Conclusión: No tengan miedo de caer, justo en inglés enamorarse se escribe: FALL IN LOVE. Y “fall” es caer. El caso es que tal vez en todo amor hay una caída inicial, donde nos desprendemos de todo lo que no es esencial al amor… en fin… los quiero.
– ¿Y los tres puntos Lucía? ¡Ya te andas despididendo!
– Jaja, no, ahí van.
1.- SIEMPRE TEN LA ESPERANZA EN LOS DÍAS MEJORES
Aunque existe esa teoría de que el presente es lo único que poseemos, si le decimos eso a alguien que está sufriendo nos va a aventar su zapato mientras le explicamos.
Así que cuando estoy frente a alguien desanimado le digo “Sí, hoy apesta, sólo te pido algo: No pierdas la esperanza de los días mejores”. Hoy, aunque no sé si sea un poco idealizar mi proceso, puedo decirles que incluso en esa etapa la pasé bien en cierto modo porque no he encontrado otra inspiración más grande que esos días y una conexión más grande con la vida como en ese momento o incluso sentir el amor de personas que pensabas que no sentirías de esa forma. Sé que vivir el ahora es especial pero también hace falta – cuando andamos volando bajo – saber que eso también pasará. Que los sentimientos son visitas que hay que atender.
2.- DEVUÉLVELE A TU PERSONA SU TAMAÑO ORIGINAL
¿No les ha pasado que se sienten fuertes e invencibles cuando todo va bien y seguros de sí mismos y la vitalidad corre por las venas y cuando llega un problema parece que toda esa fuerza interior se va de vacaciones a esquiar a Aspen con las Kardashians y a cambio nos trae confusión y angustia? A mí también.
Cuando pasa eso nos hacemos chiquitos porque vemos el problema grande y se nos olvidan todas las herramientas con las que contamos. Nos quedamos como mosqueteros sin espada y de pronto cualquier cosa que se nos presenta es más colosal que nosotros porque nos volvemos Pulgarcita o algo así. (Apenas para tener cinturita ¡JA!)
Este paso requiere un gran ejercicio personal y consiste en recordarnos lo que somos y valemos y sacar todas las herramientas internas con las que contamos. Al final de cuentas tendremos el apoyo de los que nos aman pero los que tenemos que salvarnos somos nosotros mismos. Somos algo así como el director de orquesta de esta obra y si no le pedimos a nuestro cuerpo un poco de fuerza de voluntad y a nuestra alma un poco de fe, por más que nuestro entorno nos insista en que entremos en acción, ni el psicólogo más famoso ni tu novio o novia, ni un hijo, ni Marnie the dog nos puede auxiliar si no queremos ayudarnos.
Y la verdad de las cosas es que no podemos huir a lo que nos toca vivir. Pero “al cabos que que tiene” al final de cuentas aprenderás que nadie sabe lo fuerte que es hasta que ser fuerte es la única opción que tiene.
Aunque este proceso está del nabo, cuando empiezas a darte cuenta que eres una fregonería uff, hasta arrogantes nos volvemos (Como esos fisiculturistas que se la pasan viéndose al espejo a ver si les salió un músculo nuevo ¡JA!) Es que no es cualquier cosa enterarte de que dentro de ti hay una loncherita de instrumentos y si la estás disfrutando amigo mío, quiere decir que ya vas de salida.
3.- APÓYATE EN LA GENTE QUE TE QUIERE
Muchas veces en la angustia y desesperación perdemos el eje de nuestra vida y con ella la visión y versión correcta de las cosas. Es por eso que hacer las orejas más grandes para escuchar a quien nos quiere o un especialista y poder ver a través de su versión los mensajes que quieren darnos son, además de un apoyo empático, una manera de tomar prestado su optimismo. Eso y obviamente hacer menos pesado el trayecto con la compañía que nos brindan. Pero recuerda, los amigos y especialistas son porristas pero el jugador somos nosotros y tenemos que meter gol. ¡VAMOS MUCHACHOS!
Recuerdo en aquellos días haber sido inyectada de ánimos por personas en mi entorno. Aquí nació mi deseo de ser porrista de los demás. Entendí que todos necesitamos de todos y que si eso tuve que pasar para estar hoy conectado aquí contigo ya valió la alegría y no la pena.
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Lucía, la hija de Flor.