Somos aproximadamente un 70% de agua… fluidos, venimos a fluir. En esta vida la única constante son los cambios, no hay porque estancarnos, ¡Vamos a circular!… Ser como agua que corre… en nosotros mismos, en lo que hacemos, en el amor… no te pierdas este capítulo fluido y lleno de energía pura para ti. Comenzamos.
…Todavía me acuerdo cuando fui a hacer el casting de Disney Channel. Mi mentalidad ganadora me decía en secreto “obvio tengo talento” y cuando me paré en las cámaras ¡Pum! Tragedia griega:
1.- Me cambió mi tono de voz por un chillante y chiqueado acento nada placentero que no conocía en mí.
2.- Dije cosas rarísimas: “¡Hola amiguitos!” ¡Ja! Parecía la del canal 5 ¿Cómo se llamaba? ¡Cositas!
3.- No me pregunten por qué pero en mis nervios de no saber qué decir, creo que mandé un saludo a Raúl Orvañanos.
En pocas palabras no fui yo y entiendo que no me hayan elegido… aunque yo sabía que tenía potencial no supe mostrarlo a las cámaras. Regresé a la escuela y les dije a mis amigos que sí me habían elegido pero no había aceptado porque el trabajo era en DF. #EgoDeProfesionista
El caso es que así siento que pasa en la vida. Somos unas cositas divinas llenas de chispa, carisma, y unas puntadas que haríamos reír a la mesa donde cenamos, la de al lado y al mesero… somos ese empleado que merece un aumento y no lo pide: “Es mejor creer en ti de más que de menos” me dijo el otro día un hombre muy exitoso mientras cenaba con su familia.
Tenemos el ingenio de Steve Jobs, ideas revolucionarias y un sex appeal excepcional. Sí, tú lo tienes, yo lo tengo y también La Chona, que diario va a los bailes y se compra una botella. #BravoBravoChonaNadieTePuedeIgualar
¿En qué iba? Ah si, y La Chona se mueve… ah no se crean, ya en serio, esta columna no es sólo sino un recordatorio de que tú estás padrísimo de París, es increíble ser tú y no necesitas ser de otra manera aunque el mundo te diga lo contrario.
Recuerdo también el día que un novio me cortó y no les digo cuál para que se queden con la duda…
El caso es que cuando movía su boca para decirme todo el choro de: No eres tú soy yo, ahorita estoy en una situación en la que bla, bla, bla… Mi interior pensaba: Fuiste tú misma y eso estuvo bien hecho.
Ese fue mi consuelo, me rechazó a mí y esa fue la claridad de que ya no había nada que pudiera hacer. O me pasó al revés cuando una vez cuando estaba intentando escribir un artículo. Estaba nerviosa, tenía algo así como muchas expectativas que llenar e hice un texto medio raro con un tono medio raro, y pues quedó medio raro. Un comentario reprobatorio a lo que yo había escrito llegó y la verdad de las cosas es que pensé: Estoy de acuerdo contigo. Y no me sentí insatisfecha porque estuvieran desaprobando lo que escribí, sino porque no yo me encontraba en esas letras.
Pero cuando verdaderamente he sido yo, pura y encuerada espiritualmente, es entonces cuando entiendo que la aprobación pasa a un tercer o cuarto plano, porque en primer lugar está:
1.- La posibilidad de crear algo puro.
2.- El deleite de poderme dejar ser.
3.- El amor con el que se ve lo creado por ser auténtico.
Así es como he visto que el ser humano puede fluir en las relaciones, en la vida, en el campo, en la ciudad, al despertar, en un casting, en el baño, al hacer cosas de esposos, al tener una discusión, al enfrentar un problema, al forjar un gran cambio, al escribir, al dibujar, al todo… cuando la aprobación pasa a otro plano el yo natural aparece en forma de niño interior con infinidad de ideas, posibilidades y metas… y es cuando la vida fluye mejor y tu cuerpo lo sabe. Y así fue como me di cuenta que a la inspiración le gusta salir a jugar cuando yo estoy siendo yo y esa ha sido la herramienta fundamental en mi carrera y vida personal.
Lo bueno es que en el fondo creo que últimamente los seres humanos están valorando más esto que nunca y me da gusto, hay tantas cosas artificiales últimamente que cuando se ve una creación pura se aprecia, un video tan casero y natural que te conecta, una persona sin pelos en la lengua, un comercial menos aspiracional y más del día a día, una foto con menos filtros, una relación más real y menos de película… un hombre que más que un príncipe es un ser que está aquí y ahora contigo y te ama con todo lo que tiene y todo lo que le falta… Eso me gusta porque se hace algo así como un “circle of trust” donde “ser tú mismo” está no sólo permitido sino que apreciado por algún grupo de personas y eso nos ayuda a fluir mejor, aunque con la valoración propia baste.
Apreciar al ser por ser. Apreciarte a ti mismo, tu entorno por como es y no por como te gustaría que fuera, apreciar al presente y dejar de idealizar pasado o futuro, estar aquí ahora, todo eso te hace fluir como el río más bonito que hayas visto.
Y como el título de este blog es fluir en el amor comencemos por incluir este tema de las relaciones, dejando claro que la relación primaria que tenemos es uno con uno mismo y si esta anda mal, todo el entorno podrá no ser el más óptimo y no porque no sea óptimo en sí, sino porque es difícil tener puestos los lentes de priorizar lo que verdaderamente importa cuando no estamos fluyendo.
1.- Sí, es difícil ser espontánea cuando tenemos heridas de amor, malas experiencias y “ultraterrorpánico” al rechazo, pero también es verdad que nunca es tarde para tratar nuestro dolor y sobrellevarlo a un nivel donde hasta podremos usarlo como bálsamo para crear un cambio positivo y trascendental en nuestras vidas.
2.- Sí, para fluir se necesita aceptación personal, amor propio a full, mucha compasión y respeto a nuestra persona y cuerpo y atención íntima porque si no nos aceptamos y queremos y tenemos una barrera por todo esto ¿Cómo amaremos o dejaremos que nos amen? Para fluir el canal de dar y recibir debe estar abierto y se abre de par en par cuando nos amamos cada día.
3.- Si no somos nosotros mismos y nos aman por ello no es amor a nosotros sino a nuestra máscara y como ya lo dije en blogs pasados: fingir en el amor es como estar bajo el agua, tarde o temprano tendremos que salir a respirar.
4.- Para ser nosotros mismos tenemos que olvidarnos del deber y acordarnos más de ser. Cuando no establecemos nuestras prioridades y dejamos que el “llenar las expectativas de los demás” nos domine o cosas así que nos nublan del “yo”, tal vez es al terminar nuestra creación no estaremos satisfechos porque sabemos que nuestra tinta no está en ese lienzo.
5.- Aprender a desaprender es una técnica que me enseñó un profe del ITESO. Es difícil pero reconfortante dejar lo que ya no nos sirve y volver a empezar a caminar, salirnos del molde, trazar caminos propios y si es necesario para fluir mejor, ir contra corriente. Temer a ser diferente es válido, pero si ser natural tiene un precio yo creo que vale la pena pagarlo.
6.- “A fuerzas ni los zapatos entran” decía mi mamá. Y sí, aprender a perder es parte de fluir. Si a tu pareja no le late tu espontaneidad no es para ti. Si te das cuenta y te quedas tal vez no sea lo más óptimo para y tu estomaguito estresado lo sabe.
7.- Se vale regalarle a tu pareja un espacio propicio para que fluya también: Atención cuando te habla, comprensión cuando te cuenta sus cosas vulnerables, empatía cuando le das un consejo o tu manera de pensar al respecto y el interés y apreciación a su persona como es y no como quieres que sea. Tal y como te gustaría que existiera un ambiente propicio para ser tú, facilítalo para aquella persona que amas.
8.- El sabio Gurdjieff solía decir: “Todo lo que acumulé lo perdí y todo lo que di es mío”. Y es cierto, sólo tienes aquello que has compartido. El amor no se debe de guardar y el amor eres tú. No te escondas, saca todo lo que tienes y resplandece, shinne sister! ( si eres hombre shine bro!). “Compartetete”.
Sean felices, ríanse como niños, dejen ir lo que los atora, vayan a su ritmo, dejen el libreto y sean espontáneos y sobre todo vivan la ultra primicia de ser ustedes. Ese es mi mensaje.
Besos… muchos besos y abrazos.
Lucía.